Se aventaron este proyecto por ahí del 2005, intenso y despechado, calidad suprema. Me tumbo en esa silla cómoda que tanto te gustaba y me pongo a tirar un poco de espinas; a regurgitar pensamientos, acompañado del perro, su comezón y alguna electrizante sustancia que me haga sentir algo mejor, sacudirme la nostalgia y gritar sentado además de calladito.
Hay todavía algo ahí que late algunos miércoles y domingos que me hace pensar en todo lo que va y lo que sigue pasando.
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